Una noche agitada de dolor, mi alma terrenal sucumbió a los deseos de
una canción invernal en la que frías notas musicales acampaban lentamente al
compás de una voz que iba desvaneciéndose lentamente ante las puertas de Morfeo.
Curioso y oscuro pero a la vez dulce sonido, fue el que penetró por
todo mí ser. Nunca sabré el cómo ni el porqué, solo sé que algo me decía que en
ese misterioso mundo encontraría al ser que sería el futuro guardián de mi
destino.
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Sé que me prometí a mi misma alcanzar el sol, pero ¿será eso posible?,
¿podría ocurrir a pesar de todos mis pecados? Innumerables cuestiones surgían
en mi interior, y casi sin pensarlo, me encontraba caminando de nuevo por el
sendero de mi destino.
Mi mirada reflejaba una triste agonía que sin saber cómo, amenazaba con
romper los límites de esta caída irrealidad. De pronto, ahí se encontraba él,
un perfecto joven de cabellos tan oscuros como la noche y de ojos tan grises
como la luna, lanzando hermosos sueños
hacia mí ser.
- -- ¿Sería
ese el joven guardián que atesora mi destino? – pregunté para mis adentros
Mientras caminaba hacia él, un pequeño deseo susurraba que pronto
llegarían las manos de aquel lindo chico que había lanzado innumerables espejismos
hacia mi ser, sin embargo, el nigromante sueño con semblante severo, anunció
que esta vez sería diferente.
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De repente, la eterna noche comenzó a abrirse paso dando lugar a un
cielo teñido de rojo. Llamaradas de dolor caían cual suaves plumas en el aire,
y mientras la sangre había comenzado a caer suavemente, el misterioso emisario
entonó una danza al son del dolor terrenal.
Jamás podré olvidar como esa
tenebrosa y dulce sonrisa me había atrapado por completo, pareciera que me
había embrujado el atractivo que el aura de aquel chico misterioso y sombrío
poseía, más aún, pareciera que mi cuerpo estaba pidiendo a gritos más de él, de
ese mundo que él mismo me había abierto y que ahora, sin saber cómo, había
cortado el viento, silenciado a los mares y dormido hasta las estrellas con su
sonrisa infernal.
Cuando el joven emisario me contempló por vez primera, sentí latir tan
fuerte mi corazón que el mundo que ahora caía bajo mis pies, carecía de
importancia. Poco a poco, el chico misterioso se fue acercando a mí. Tenía un
andar tranquilo y despreocupado y su mirada era fría pero segura.
- - Es hora
de despertar – susurró con malicia.
De pronto, me vi envuelta en la más turbulenta de las oscuridades
cayendo en lo más profundo de las más temibles pesadillas halladas en mi
corazón. Azotada por una intranquila ola de calor, desperté agitada de esa
noche en la que todo me pareciere hermoso.
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Sin embargo, mi alma me decía que era mucho más que eso, pues ese joven
de enturbiada sonrisa había clavado en mí ser, emociones que jamás soñé creer.
Varias fueron las noches en las que intenté volver a ver a ese joven
despreocupado, sin embargo, jamás lo encontré. Mi alma dolorida, aún recordaba
esa pícara sonrisa que ardía despreocupada alrededor de las llamas del cielo, pero debo de decirte amiga mía, que jamás pensé en aumentar esta tranquilidad
tan tenebrosa, jamás pensé en atormentar esa profunda soledad y reprimir ese
dulce deseo pero, mi querida amiga, debes saber que el chico al que amo es
quien esconde mi oscuro y quebradizo corazón,
y afortunadamente, se ha envuelto de una ilusión para no ser dañado por
un ser como yo.