A veces no pensamos que nuestros actos pueden tener consecuencias graves, sino que simplemente actuamos por ese impulso que todo ser humano posee.
El querer experimentar esa sensación de adrenalina que en algún momento necesitamos que corra desesperadamente por nuestras venas, el sentir ese simple subidón que nos eleva los pies de la tierra y que rompe con la monotonía de nuestros días.
Sin embargo, cuando el subidón se va, cuando ya has vivido la experiencia , surge la temida pregunta: "¿y ahora? ¿qué es lo que nos queda?
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Y más aún, saber que es esto lo que nos acompaña, el amargo sabor de descubrir que todo se basa en algo tan simple llamado "causa y efecto"
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