Ingenua

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Esta imagen no me pertenece

En medio de una terrible oscuridad, una niña lloraba mientras la dulce lluvia caía en forma de soledad. Ingenua, creía que iluminada por la esperanza tal vez podría brillar, sin embargo, ha visto que este terrible mundo ocultaba su faceta más triste.

Ahora, ha perdido lo que es y no lo puede entender, pues su corazón está roto y no existe explicación.

De nuevo algo en su interior no funciona, esa es la prueba de que todo acabó. Con esa simple razón, debe de desvanecer esa luz que ya no funciona en sus ojos. Su esperanza ha muerto junto con el dulce murmullo de un mundo hueco donde el silencio de ese sonido, de alguna manera sigue siendo duradero. Las mentiras, ahora resquebrajadas, habían dejado atrás a una atormentada verdad y que hoy por hoy, ya no se encuentra en ninguna parte. 

Ella busca entre sus recuerdos perdidos y, aunque sigue a las estrellas distantes, se da cuenta de que en los extremos de este sueño ya no queda lugar para soñar con el cielo. Por ello, decide caminar lentamente a través de esas grietas que se han formado con su vida, y por las cuales se filtra la luz que le permiten continuar y aunque ella sigue caminando hacia delante, misteriosos emisarios susurran en su dolorido corazón.

- ¡Pobre niña!

Esta imagen no me pertence

El dios de los mortales juega a un destino llamado vida, y de nuevo tristes mentiras, hoy ya olvidadas, atormentan a esa niña que en la noche lloraba. 

- Sé que la verdad está en alguna parte de las estrellas distantes que cada noche surcan el cielo. Yo lo sé - se lamenta ella entre lágrimas.

Sin embargo, pasaría un largo tiempo hasta que la niña se diese cuenta de que en realidad no existe ninguna verdad. Pasaría un tiempo, para que la mágica sonrisa de aquella niña, comenzara a borrarse conforme al sueño y pasaría un tiempo para que aquella niña se diese cuenta de que solo había vivido conforme a una apariencia.